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Internacional

Putin ofrece una respuesta silenciosa al ataque contra Israel. Eso lo dice todo.

  • Vladimir Putin ha proyectado durante mucho tiempo lazos amistosos con Israel.

El Presidente ruso, Vladimir V. Putin, se ha presentado durante mucho tiempo como amigo de Israel y del pueblo judío.

Ayudó a establecer la exención de visados para viajar entre Rusia e Israel en 2008, presidió la construcción de un amplio Museo Judío de Moscú en 2012 y, codo con codo con el primer ministro Benjamin Netanyahu en Jerusalén en 2020, inauguró un monumento a las víctimas del asedio de la Alemania nazi a Leningrado.

Pero en medio del peor ataque contra Israel en 50 años, la gran consideración que Putin ha mostrado por Israel en el pasado parece notablemente ausente.

Netanyahu, a la izquierda, con Putin en el Kremlin en 2019. Foto pool de Alexander ZemlianichenkoNetanyahu, a la izquierda, con Putin en el Kremlin en 2019. Foto pool de Alexander Zemlianichenko

Más de tres días después del inicio de la incursión de Hamás, no ha habido ningún mensaje de condolencia del Kremlin, a pesar de que Putin publicó anteriormente tales notas de simpatía a raíz de los ataques terroristas en Israel.

Y todavía no ha llamado a Netanyahu, a pesar de que habló con los dirigentes israelíes al menos 11 veces en 2022 y desarrolló una estrecha relación con Netanyahu durante más de una década de reuniones y llamadas telefónicas.

Reacción

En cambio, el portavoz de Putin adoptó el lunes una postura neutral, afirmando que Rusia estaba “extremadamente preocupada” y pidiendo el cese inmediato de los combates.

En la televisión estatal rusa y en la blogosfera pro-Kremlin, los comentaristas reaccionaron al ataque contra Israel con un regocijo apenas velado, presentándolo como una revelación de la debilidad de Occidente y como el comienzo de una guerra que podría minar el apoyo occidental a Ucrania.

El marcado cambio arroja luz sobre una consecuencia de la invasión de Ucrania por Putin:

el brusco declive de las relaciones entre Moscú e Israel en el último año y medio, que algunos líderes judíos temen que presagie también un aumento del antisemitismo dentro de Rusia.

También es el último conflicto en una región en la que Moscú ha desempeñado un papel importante, pero en la que ahora no quiere o no puede ejercer mucha influencia.

El mes pasado se produjo una dramática situación en la región del Cáucaso, donde Rusia ni siquiera pareció intentar impedir que Azerbaiyán se hiciera con el control del enclave separatista de Nagorno Karabaj, poblado por armenios, lo que supuso una dura derrota para Armenia, aliada militar de Rusia.

Aunque el apoyo de Moscú a la causa palestina se remonta a la época soviética, Putin lo compensó forjando fuertes lazos con Israel.

Por ello, la postura distante del Kremlin hacia Israel en los últimos días “es definitivamente una manifestación del deterioro de la relación“, dijo Pinchas Goldschmidt, que fue rabino jefe de Moscú durante casi 30 años hasta que se vio obligado a huir del país el año pasado porque, según dijo, se negó a apoyar la guerra en Ucrania.

El rabino Goldschmidt habló por teléfono desde Israel, donde acababa de asistir al funeral de un soldado israelí muerto en los combates del sábado; dijo que el fallecido, Yuval Ben Yaakov, era hijo de otro antiguo rabino moscovita.

Añadió que muchos líderes judíos habían visto en su día a Putin como un aliado para mantener vivo el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial, pero cuando el presidente ruso empezó a equiparar falsamente al actual gobierno de Ucrania con la Alemania nazi para justificar una invasión, “fue entonces cuando los judíos dijeron:

‘No somos parte de esto'”.

Motivos

Existen claras razones geopolíticas para el cambio de postura de Putin respecto a Israel.

El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky y su homólogo rumano Klaus Iohannis se dan la mano a su llegada al Palacio Cotroceni, sede de la Presidencia rumana en Bucarest, el 10 de octubre de 2023. (Foto de Daniel MIHAILESCU / AFP)El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky y su homólogo rumano Klaus Iohannis se dan la mano a su llegada al Palacio Cotroceni, sede de la Presidencia rumana en Bucarest, el 10 de octubre de 2023. (Foto de Daniel MIHAILESCU / AFP)

En Oriente Medio, donde Rusia lleva mucho tiempo intentando desempeñar un papel de rey y establecer relaciones con todas las grandes potencias, Moscú se encuentra ahora en deuda con Irán -el acérrimo enemigo de Israel- como uno de sus principales proveedores de armas para la guerra de Ucrania.

Y a diferencia de años anteriores, cuando Putin buscaba formas de cooperar con los países occidentales, ahora parece ver pocos incentivos para tratar de colaborar con ellos en la mediación para poner fin a los combates en Israel, mientras las fuerzas rusas son bombardeadas por el armamento occidental en Ucrania.

Pero también hay, quizás, razones más personales.

A Putin parece molestarle que Israel y los líderes judíos de todo el mundo no apoyen su falsa versión de que Ucrania está gobernada por “nazis”.

En los últimos meses, ha arremetido repetidamente contra el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, por encabezar un gobierno nazi a pesar de ser judío.

En junio, Putin afirmó que sus “muchos amigos judíos” le habían dicho que Zelensky era “una vergüenza para el pueblo judío”.

Desde el año pasado ha habido indicios de que la relación se estaba deteriorando.

Rusia tomó medidas enérgicas contra la Agencia Judía, una organización israelí sin fines de lucro que era un pilar de la vida judía en Rusia y ayudaba a los judíos rusos a trasladarse a Israel.

En junio, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso convocó al embajador israelí para afirmar que el enviado de Israel a Ucrania era cómplice de “encubrir” los crímenes nazis.

(Algunos independentistas ucranianos lucharon junto a la Alemania nazi contra la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial, fundamento de las espurias afirmaciones del Sr. Putin de que los actuales dirigentes de Ucrania son nazis).

“Nadie en el Kremlin se apresura a mostrar simpatía por las víctimas” de la incursión de Hamás en Israel, dijo Alexander Gabuev, director del Carnegie Russia Eurasia Center.

“Esto también muestra la actitud emocional – ‘agravio‘ es la palabra correcta”.

Añadió que los propagandistas rusos que presentan la incursión como una bendición para Rusia pueden tener razón.

El Kremlin “pasivamente es un beneficiario por ahora, al menos,” de la lucha, dijo Gabuev – aunque sólo sea porque los altos funcionarios en Washington pueden tener menos tiempo para centrarse en la mejor manera de apoyar a Ucrania.

El descontento del Kremlin -incluso Schadenfreude (N. de la R.: Placer ante la desgracia ajena)– se ha manifestado en la televisión estatal rusa en los últimos días.

Muchos comentaristas se burlaron de las decenas de miles de judíos rusos que habían huido a Israel tras la invasión de Ucrania por Putin -en algunos casos para evitar ser reclutados por el ejército ruso- y que ahora se encontraban en medio de otra guerra.

“Veámoslo entrar ahora en Gaza con un arma en la mano”, dijo un tertuliano refiriéndose a un magnate ruso de la tecnología, Arkady Volozh, que se había trasladado a Israel y se había manifestado en contra de la invasión de Ucrania.

Otros, en la televisión, se jactaron de los fracasos militares y de inteligencia de Israel y sus aliados occidentales durante el fin de semana, al tiempo que predecían que los acontecimientos podrían jugar a favor de Rusia al distraer a Occidente de su apoyo a Ucrania.

“La imagen de la invencible fortaleza israelí acaba de derrumbarse”, declaró Olga Skabeyeva, presentadora de un programa de entrevistas en el canal Rossiya-1.

Refiriéndose a los buques de guerra que Estados Unidos está acercando ahora a Israel, añadió:

“¿Serán los portaaviones estadounidenses los siguientes?”.

A pesar de la aparente frustración de Putin por el hecho de que Israel no haya apoyado sus razones para la invasión, el gobierno de Netanyahu se ha mostrado cauto en su apoyo a Ucrania, lo que también ha provocado la ira de Kiev.

Los expertos afirman que Israel ha querido no enemistarse demasiado con Rusia, dados los estrechos lazos de Moscú con Irán, limitar las represalias contra los judíos que siguen en Rusia y preservar las comunicaciones entre los ejércitos israelí y ruso que operan en Siria, que permiten a sus fuerzas evitar entrar en conflicto allí.

Israel no ha participado en las sanciones occidentales contra Rusia y se ha negado a suministrar armas a Ucrania porque, según Netanyahu, podrían acabar en manos iraníes.

En junio, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania afirmó que el gobierno israelí ignoraba el sufrimiento de los judíos ucranianos mientras optaba por “un camino de estrecha cooperación con la Federación Rusa.”

Pero en los últimos días, Zelensky ha dejado de lado esas críticas y ha abrazado la causa de Israel.

En un discurso ante la OTAN el lunes, dijo que Rusia y Hamás, la facción palestina que controla Gaza, representaban “el mismo mal”.

“La única diferencia es que allí hay una organización terrorista que atacó a Israel, y aquí hay un Estado terrorista que atacó a Ucrania”, dijo Zelensky.

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