Tras asumir Juan Manzur en la jefatura de Gabinete nacional no resolvió nada de la crisis política que vive con Osvaldo Jaldo, ni que hablar de profundizar. En todo caso, quedó en un  stand by que podría tener como fecha de caducidad el  próximo 14 de noviembre. Ambos son, gente pragmática, solo una fotito para sus seguidores, esto tiene mucha tela que cortar, espere y se vera.

“Me voy contento y tranquilo a aceptar este desafío enorme que me han asignado. Desde allá seguiré ayudando para que a Tucumán le vaya bien”, dijo Manzur tras reunirse con Jaldo la mañana del lunes 20, cuando hicieron “las paces” y la Legislatura provincial no sólo le concedió la licencia para asumir el cargo nacional, sino que también designó a Jaldo como el gobernador encargado. Es más, los bloques legislativos que hasta ese día estaban separados en el manzurista “Lealtad Peronista” y en el jaldista “Justicialista de Todos” volvían a ser uno bajo la denominación Frente de Todos.

Hasta ahí todo parece estar bien y en orden. Pero los meses previos en la provincia norteña el clima político había sido intenso y hasta volcánico. Tan es así que no existía en ninguno de los dirigentes políticos tucumanos una mínima posibilidad de reconciliar a Manzur con Jaldo.

El origen de la pelea

La elección del defensor del pueblos los enfrentó en marzo pasado y provocó que Jaldo impusiera su candidato gracias a una alianza con el bussismo y el macrismo vernáculo. Hubo gestiones desde el sector de Alberto Fernández e incluso de Cristina Kirchner para que Jaldo desistiera de una maniobra que fracturaba al Frente de Todos de una provincia pequeña en cuanto a territorio pero que es la sexta a nivel electoral después de la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza.

Tanto Manzur como Jaldo tienen dentro de sus estructuras vínculos con el kirchnerismo, pero ni eso evitó la separación que se produjo y que iba camino a un divorcio.

En Tucumán era común escuchar decir “le salió la virgen” en referencia a una persona que tenía problemas y que de repente, como si se tratara de un milagro, se le resolvían. Algo así se podría decir que les pasó tanto a Manzur como a Jaldo, aunque para este último el milagro pareciera ser más milagroso.

Y es que Jaldo, que había ido a las PASO como primer candidato a diputado nacional enfrentando a los candidatos de Manzur, sufríó una dura derrota ante el ahora Jefe de Gabinete. A partir de ese momento, en los mentideros políticos tucumanos se hablaba de un Jaldo con destino incierto o, peor, arrojado a la traición porque se afirmaba que había sellado un acuerdo con el macrista Germán Alfaro, intendente de la capital tucumana, al que respaldaría en las elecciones de noviembre con tal de reducir el caudal electoral de Manzur. Ese supuesto acuerdo, que algunos en Tucumán lo dan como un hecho, hoy se disolvió porque ahora es Jaldo la cara visible de la campaña electoral en la provincia.

En tanto, La virgen que le salió a Manzur es justamente su designación como jefe de Gabinete porque el mandatario tucumano, en uso de licencia, ve que que sus aspiraciones políticas superan el límite provincial que, en rigor, estaban por darse de bruces con un paredón constitucional que le impide buscar una segunda reelección. Entre los colaboradores de Manzur y los dirigentes que lo acompañan en Tucumán siempre se habló de sus aspiraciones presidenciales y consideran que esta Jefatura de Gabinete es la oportunidad que estaba buscando. Es por eso que muchos manzuristas, entiéndase como tal a intendentes, delegados comunales, legisladores y funcionarios que respaldaron a Manzur, creen que la partida del gobernador no tiene, al menos por ahora, retorno previsto.

En el mientras tanto, Jaldo debe gobernar y por ahora no modificó el esquema ministerial. Durante la campaña sus principales cuestionamientos estuvieron dirigidos a la seguridad y la educación, pero hasta el momento se limitó a reunirse con los ministros de esas carteras y dijo que seguirá de cerca la evolución de esos temas. De esta manera Jaldo parece estar cumpliendo con el acuerdo de paz con Manzur.

Ahora, si bien es cierto que Manzur funge de Espada de Damocles sobre Jaldo porque puede retornar a la gobernación en cualquier momento, también es verdad que a ambos, pragmáticos al fin y al cabo, les conviene que todo salga lo mejor posible. Que Manzur pueda avanzar en sus aspiraciones políticas nacionales y que Jaldo pueda competir para gobernador en 2023. Salvo, claro está, que pueda frenar el avance de Javier Noguera, un intendente cercano a Manzur y que logró desarrollar una gestión en Tafí Viejo que genera ascendencia sobre sus colegas intendentes y lo ubica como un candidato a la gobernación.

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