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Política

El curioso tuit de Cancillería agradeciendo al dictador Kim Jong-un una millonaria donación de mascarillas contra el coronavirus

El gobierno de Alberto Fernández emitió un comunicado por redes sociales en el que celebraba el envío de 200 mil barbijos para uso médico para luchar contra el COVID-19

La Cancillería argentina se mueve con particular diplomacia. En las últimas horas del martes, el ministerio conducido por Felipe Solá emitió un confuso comunicado -el 205/20- en el cual agradecía a Corea el envío de mascarillas médicas KF94, el equivalente a las reconocidas N95 de manufactura norteamericana. En total: 200.000 barbijos para uso profesional que serían distribuidos en todo el país. La información de prensa celebrando la generosidad coreana fue canalizada a través de la cuenta oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores. Junto a ella podía verse el rostro universalmente conocido de un famoso dictador: Kim Jong-un.

El gobierno de Alberto Fernández había confundido ambas Coreas y a sus conductores. La millonaria donación fue hecha por el gobierno democrático de Corea del Sur, cuyo presidente es Moon Jae-in. La confusión es llamativa: Corea del Norte no solo es una nación que insólitamente se declara libre de COVID-19, sino que allí además no se producen los eficientes barbijos KF94 -uno de los más seguros del mundo-, ni ningún otro. Los elaboran sus vecinos al sur del paralelo 38 que divide ambas realidades.

El país regido bajo la tutela dinástica de Kim Jong-un no solo no cuenta con la capacidad ni la tecnología para elaborar masivamente ese tipo de material médico, sino que es tal la escasez de insumos en su propia tierra que menos estaría en posición de donar a un país cuyo vínculo es casi nulo. Fernández había hablado con su par surcoreano el pasado 2 de julio -tal como dice el comunicado diplomático- y allí acordaron “profundizar la cooperación en materia de investigación”. Es aún más extraño conocer el camino que condujo a confundir a Moon Jae-in con un feroz dictador.

El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, durante la celebración del 75° aniversario del Día de la Liberación, que celebra su independencia del dominio colonial japonés tras el final de la Segunda Guerra Mundial (Reuters)El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, durante la celebración del 75° aniversario del Día de la Liberación, que celebra su independencia del dominio colonial japonés tras el final de la Segunda Guerra Mundial (Reuters)

No es difícil identificar la cara de Kim Jong-un. Su postura marcial, su inalterable gesto, sus excéntricos paseos a caballo y sus alternados trajes blancos y negros, son sellos inconfundibles de la imagen que proyecta al mundo. Pero sobre todo lo distingue la brutal manera en que conduce su país: dedicado casi exclusivamente a acosar a sus vecinos del sur, a Japón y a los Estados Unidos con amenazas constantes de lanzamientos misilísticos, el Líder Supremo mantiene bajo el hambre a su población en detrimento de su carrera armamentística que está llevando a la nación al borde del colapso.

Campos de regeneración, nula libertad de expresión, ejecuciones sumarias por presunta traición, son los valores recurrentes bajo la tutela del tercer Kim en lo más alto del poder norcoreano, desde que su abuelo Kim Il-sung asumiera el control total de la devastada nación. Le siguió su padre, Kim Jong-il, quien muerto en 2011 lo catapultó como Líder Supremo.

En la actualidad, tal es el hambre que atraviesan los norcoreanos que en las últimas horas el régimen de Pyongyang ordenó la confiscación de los perros domésticos. Bajo la excusa de que resultan un símbolo de opulencia capitalista, el gobierno de Kim se hizo de miles de caninos pertenecientes a familias de la capital. Sin embargo, la realidad es otra. Medios de Corea del Sur sospechan que la medida resultó desesperada: se tomó para poder alimentar a parte de la población, sumida en la extrema pobreza.

El líder norcoreano, Kim Jong Un, posa para una fotografía después de entregar las pistolas conmemorativas "Paektusan" a los principales comandantes de las fuerzas armadas en el 67º aniversario del "Día de la Victoria en la Gran Guerra de Liberación de la Patria" (Reuters)El líder norcoreano, Kim Jong Un, posa para una fotografía después de entregar las pistolas conmemorativas “Paektusan” a los principales comandantes de las fuerzas armadas en el 67º aniversario del “Día de la Victoria en la Gran Guerra de Liberación de la Patria” (Reuters)

Hoy, el Partido de los Trabajadores de Corea del Norte abordará un asunto “crucial” en una inesperada cumbre convocada por el dictador donde se cree que se discutirá sobre las inundaciones catastróficas que han asestado otro golpe a su asombrosa economía y sumado a la negada crisis por coronavirus, según consignó el diario Japan Times. Será la primera vez que el Comité Central se reúna desde la sesión de cuatro días a fines de diciembre, cuando Kim Jong-un exigió un “avance frontal” para fortalecer la economía y la seguridad del estado. También advirtió al presidente de los Estados UnidosDonald Trump, que Corea del Norte ya no estaba obligada a cumplir su promesa de detener importantes pruebas de misiles.

Kim, la elite y el resto

La lucha contra el coronavirus en Corea del Norte no parece ser igual para todos, pese a la uniformidad en los derechos que pretende mostrar la conducción de Pyongyang ante el mundo. Sin embargo, la elite gobernante de Corea del Norte y aquellos empresarios ligados al régimen que tienen llegada al dictador Kim Jong-un se muestran desesperados por ser los primeros en conseguir alguna de las vacunas contra el coronavirus Sars-CoV-2 que están en pleno desarrollo y que podrían entrar en producción hacia finales de este año. Para peor, en plena pandemia, el régimen no muestra estadísticas confiables sobre la lucha que hace frente al COVID-19. Sin embargo, un minúsculo grupo mueve sus influencias extranjeras para asegurarse el suministro propio y familiar.

Así lo reveló una investigación del diario Daily NK, basado en SeúlCorea del Sur, que dice que a pesar de que la autocracia asegura estar cerca del desarrollo de una vacuna, los jerarcas del régimen están desesperados buscando comprarlas en el extranjero cuando estas ya estén disponibles. “Si bien Corea del Norte afirma que está cerca de un avance en el desarrollo de una vacuna para COVID-19, la élite de Pyongyang está tomando medidas preliminares para que amigos extranjeros compren vacunas en su nombre una vez que se desarrolle una”, remarcó a fines de julio el periódico online.

El dictador norcoreano Kim Jong-un en un caballo mientras visita los sitios de batalla en áreas de Mt Paektu, Ryanggang, en Corea del Norte (Reuters)El dictador norcoreano Kim Jong-un en un caballo mientras visita los sitios de batalla en áreas de Mt Paektu, Ryanggang, en Corea del Norte (Reuters)

Un número creciente de funcionarios de alto nivel y aquellos de la clase empresarial han estado ofreciendo dólares a quienes conocen en el extranjero para comprar una vacuna extranjera tan pronto como se desarrolle, independientemente de cuánto cuesta”, dijo una fuente reservada. “Los comerciantes chinos han sido inundados con consultas de Pyongyang y las regiones fronterizas sobre si se ha desarrollado una vacuna”, agregó el informante.

Medicinas made in hospitales

El régimen de Corea del Norte ha ordenado a los hospitales en el país que fabriquen sus propias medicinas, en medio de una fuerte escasez que atraviesa el sistema sanitario en el contexto de la pandemia de coronavirus, indicó el portal especializado Daily NK.

A finales de mayo, el ministerio de Salud Pública dio la orden a los hospitales de cada provincia, ciudad y condado de fabricar sus propias medicinas”, indicó una fuente en el gobierno norcoreano al Daily NK. “Sin infraestructura para producir medicamentos, ha habido quejas de que llevar adelante la orden será imposible”, agregó.

Se cree que la industria farmacéutica norcoreana colapsó a comienzos de la década de 1990, cuando el país atravesó un período de excepcional crisis económica, conocido como “La Ardua Marcha”, que recortó la inversión necesaria para entrenar recursos humanos y procurar materias primas.

Corea del Norte cerró las fronteras a finales de enero, cuando la epidemia hacía estragos en China, e impuso restricciones drásticas a la población, principalmente un confinamiento estricto a miles de personas. La medida continúa aún en estos días.

Pyongyang sostiene que no tiene ni un solo caso de COVID-19 en su territorio, pero los expertos lo dudan, dada la devastación de un virus que ha infectado a casi 11 millones de personas en todo el mundo, de las cuales medio millón han muerto.

Kim Jong-un se congratuló del “brillante éxito” logrado, según él, por su país en la lucha contra la pandemia. Lo hizo hace unos días, durante una reunión del Partido de los Trabajadores dedicada el jueves al impacto del virus, informó este viernes la agencia KCNA.

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