“Tu pendejo tiene 22 años, vaya a saber dónde está”, fue la primera respuesta de una oficial en la comisaría de Pedro Luro, donde le tomaron la denuncia recién la tercera vez que fue. Cristina Castro, la madre del joven Facundo Astudillo Castro, que desapareció el 30 de abril al salir de su casa en Pedro Luro y cuyo cadáver apareció el 15 de agosto en un cangrejal de Villarino Viejo, declaró este martes durante casi cuatro horas sobre el calvario que vive desde aquel momento y sus antecedentes. Ante los fiscales especializados Andrés Heim y Horacio Azzolin, expuso desde los ninguneos en la comisaría y las diferentes etapas de la búsqueda –cuando quisieron hacerle creer “que Facundo estaba en Bahía Blanca, vivo y escondiéndose–, hasta el episodio ocurrido en la fiscalía cuando intentaron quitarle sus abogados y las conversaciones con Sergio Berni. Por pedido expreso de ella estuvo ausente el fiscal Santiago Ulpiano Martínez.

La primera testimonial de esta nueva etapa la tuvo a Castro como protagonista, en una audiencia virtual donde además de Heim y Azzolin la escucharon sus abogados Luciano Peretto y Leandro Aparicio, la abogada Margarita Jarque de la Comisión Provincial por la Memoria (querella institucional) y miembros de la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (Dovic) del Ministerio Público Fiscal (que vienen asistiéndola). Castro habló también del hallazgo de la sandía –una artesanía que les regaló la abuela a sus tres nietos– en el calabozo abandonado de la comisaría de Teniente, explicó su proveniencia y lo que significaba para Facundo. Además, dio detalles sobre el hostigamiento policial del que fue víctima su hijo y dijo que los chicos de Semillero Cultural donde él militaba eran frecuentemente golpeados por los policías.

“Me saqué un peso enorme de encima. Hablé de todo y me preguntaron de todo”, dijo la mujer a este diario. “Sólo espero que todo esto sirva para que vayan presos todos estos infelices”, agregó.

Los investigadores anticiparon que la testigo y querellante aportó datos y elementos que serán incorporados a la causa, por ejemplo nombres de policías y nuevos testigos, y a su vez pidió explicaciones sobre situaciones que a ella no le cierran. “Esperá que cuando llega Becerra si tiene ganas te toma la denuncia”, relató que le dijeron en la comisaría de Pedro Luro el 5 de junio. A partir de ese momento, las preguntas de los policías estuvieron dirigidas a ella y su familia, la exnovia y los amigos, al tiempo que le repetían que Kufa, como lo llamaban, estaba en Bahía. “Daiana dijo que nunca llegó allí pero sé que está mintiendo, le pusimos un auto para seguirlos porque lo tiene escondido ella o sus hermanos”, insitió el comisario Fernando Grilloni, en Luro.

El pibe está en Bahía

“Le dije que yo ya había hablado con Daiana, que Facu no estaba, pedí un rastrillaje porque cuando hablé con él sentí un ruido raro, quería buscar su teléfono o alguna pertenencia de él pero no me escuchaba, no me daba bola”, relató Castro ante los fiscales sobre aquellos días en que iba todos los días a la comisaría. Después Grilloni empezó con que “los amigos lo escondían, le llevaban comida porque “seguro que el pibe está enojado y no te quiere ver”. La mujer de 42 años, empleada de la estación de servicio Shell del pueblo, relató ante los fiscales que ese comisario le llegó a decir que la culpa de la desaparición de su hijo era de uno de sus mejores amigos, porque Facundo era amante de la madre del joven. “Son unos hijos de puta, lo que están haciendo”, dijo Cristina que le dijo la mujer. “Usted no necesita abogados, señora”, le repetían los uniformados cuando se presentó con Luciano Peretto.

El mismo día que allanaron sin orden judicial la casa de la exnovia de Facundo en Bahía Blanca, cerca de las 10 de la noche Grilloni apareció en su trabajo y le dijo: “Me importa un sorete lo que digan las redes sociales, usted fíjese lo que anda diciendo que nos están pegando de todos lados a la policía, cuando lo que yo decía en ese momento era solo que los últimos en haber visto con vida a mi hijo eran los policías de Villarino”, expresó Castro en su declaración testimonial. Ella sabía que lo habían parado en Mayor Buratovich, pero cuando preguntaba por el acta de infracción Grilloni le respondía que no tenía “ni idea de lo que le estaba hablando”. A ella le habían acercado hasta su casa “un papel para certificar que vivía allí”, de modo que “sí lo pararon, y lo negaban”.

A partir de ese momento se pusieron a buscar, y los policías de Mayor Buratovich recién entonces entregaron la documentación amparados en una disposición informal de la justicia federal que les había dicho que no envíen todas y cada una de las actas. “La oficial Becerra me mostró la foto de Facundo al lado del patrullero, y cuando se la pedí me dijo que ya había sido elevada a fiscalía y se borraba todo de los teléfonos“, contó Castro. La mujer dio una explicación sobre la cantidad de fojas que sumó el expediente de la justicia provincial, al relatar que por esos días hicieron allanamientos y paraban “a cuanto cristiano se les cruzaba”.

Siomara entra en escena

La policía científica acudió a la casa de Facundo y se llevó prendas para hacer el rastrillaje con perros, que se demoró por las lluvias. Finalmente, el 18 de junio en la comisaría de Pedro Luro un policía de alto rango tomó del brazo a una oficial rubia y le dijo a Castro “esta piba es la que llevó a tu hijo desde Buratovich hasta Origone, la piba miraba al piso, sólo dijo que lo levantó y lo llevó hasta allá”. Junto con Peretto, Castro quiso saber por qué no le habían informado antes de esta testigo, y otro policía le contestó “no tenés abogado, para qué mierda sirve entonces”. Salieron a hacer el rastrillaje, “la gente del K9 de Punta Alta se sentía mal porque tampoco les habían informado dónde comenzaría la búsqueda, les faltaba información”.

“Cuando me bajé en Mayor Buratovich sentí muy adentro mío que algo malo le había pasado a Facu”, dijo Castro sobre el momento en que en la entrada del pueblo aparecieron cinco patrulleros. “Salió una persona chiquita que luego supe era el subcomisario Reguillón, porque estaba de civil, y a los gritos nos dijo que no teníamos nada que hacer ahí porque la oficial lo levantó allá en aquella altura”, dijo al describir que los echaron sin dejarlos pasar y sin permitir que bajaran los perros. Castro le insistió que debían buscar allí porque era desde ese lugar donde había salido la llamada de su hijo. “Usted no tiene nada que hacer acá, tiene que seguir por ruta”, contó la mujer en voz alta para imitar cómo le había gritado el policía.

En el lugar donde supuestamente la oficial Siomara Flores dijo haberlo levantado los perros del K9 no marcaron nada. La comitiva siguió hasta la entrada de Origone, donde presuntamente lo había dejado y allí se hizo presente otro oficial de policía que había declarado ese mismo día a la mañana, corriendo y apurado por hablar con Cristina.

Los apuntes de González

“Lo paré acá a tu hijo, mirá acá tengo la foto del carnet de conducir, tu hijo no tenía documento, me repetía ese señor”, dijo Castro en referencia al oficial Alberto González. En tanto, a la oficial Flores la habían dejado sola un segundo y Cristina se acercó para decirle que a la hora que ella dijo haberlo dejado ahí fue cuando recibió la llamada de Facundo. “No me puede haber llamado nunca desde acá”, le dijo Castro a Flores. “Señora, con usted no puedo hablar sin un superior al lado”, contestó la mujer policía, y se alejó junto con uno de sus jefes. Luego al momento de dar inicio al rastrillaje, la madre de Facundo detectó que también había patrulleros en la entrada de Origone y le dijo a su abogado: “Esto no puede ser, acá hay algo raro”.

González dijo que aquel día le requisó la mochila a Facundo, agregó que “era un chico re educado“, insistió con que no tenía documentos, contó que llamó a Médanos y que desde ahí le dijeron que ya le habían labrado el acta lo dejó seguir. “Adelante de todos dijo que vio cómo Facu se alejaba caminando”, dijo la testigo y querellante. En ese instante, apareció el comisario de Villarino, Marcos Navarrete, con un policía de apellido Berríos y a Cristina le produjo un estremecimiento. “A mi flaco me lo han matado, ese oficial es el mismo que durante años ha hostigado y maltratado a los chicos de Semillero Cultural”, le dijo Castro a su abogado. Como ella insistía en volver a Buratovich Navarrete le gritó que se fuera hasta ruta 3 y 22, al punto que los de Defensa Civil le reprocharon el modo en que se dirigía a la mujer. Sin embargo, los perros marcaron algo detrás de la garita de Teniente Origone. “La gente del K9 me dijo que había algo raro, y me pasaron el teléfono del entrenador de todos sus perros”, dijo Castro.

La pista narco

Durante el siguiente operativo Castro estuvo sola, y contó que el oficial Pérez le repetía que él conocía a su hijo, que iba a tomar mate a la comisaría con él, que sabía “la clase de gente que era”, que le contaba “de las adicciones que tenía”. La madre de Facundo se enojó, le respondió que ni siquiera lo había visto jamás fumarse un porro, y una vez más intervinieron de Defensa Civil. “No es necesario que hostigues así a la señora”, le dijeron durante ese rastrillaje del 19 de junio. Fueron a un sitio donde un testigo dijo haberlo visto, también la llevaron a la comisaría a ver la imagen de una cámara de seguridad con alguien filmado en ruta 3 y 22 pero Castro les expresó que ése no era su hijo. “Trataban de convencerme de que ese linyera de camperón y barba blanca era Facu”, dijo luego de una breve pausa de la audiencia ante los fiscales Heim y Azzolin. Cuando finalmente aceptaron que no era Facundo, los policías volvieron a decirle que estaba vivo, escondido en Bahía Blanca.

Fue por esos días que Cristina recibió otra muestra de hostilidad, cuando se acercó a su lugar de trabajo el oficial Pérez y le dijo: “Estamos gastando tiempo y recursos en un pendejo que no vale nada”. Castro no le contestó pero salió de su trabajo llorando. Como a la mujer y su abogado no les cerraban todas las versiones policiales se acercaron hasta la ayudantía fiscal de Médanos, a pedir algunas copias de declaraciones que les faltaban. El fiscal Dimas García no la recibió, fueron atendidos con un secretario. Allí encontraron la declaración del oficial González donde decía que Facundo se había subido a una camioneta Duster Oroch. Al irse, el empleado de la fiscalía de apellido Paggi le manifestó: “Esto es todo lo que hay, Facundo tiene 22 años y se fue por sus propios medios, más no podemos hacer”.