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Carne en el Guiso: La Batalla de María Rivero.

Carne en el Guiso: La Batalla de María Rivero.

Hace algunos días en los pasillos del ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Catamarca, Maria Rivero, Referente del comedor y merendero Gauchito Gil, tras varios episodios de violencia institucional, tomó la triste decisión de autolesionarse como forma de protesta.

“Si a mi me regalaran la comida no me quejaría”, le habría contestado la funcionaria responsable del área que se ocupa de suministrar los alimentos a los comedores barriales. Según aseguran las compañeras de Rivero, la Lic. en Administración de Empresas María Argerich, quien ocupa el cargo de Secretaria de Inclusión y Economía Social de dicho ministerio, luego de rechazar de manera grosera y altanera una serie de reclamos relacionados a los alimentos, bloqueó los mensajes y toda vía de comunicación con la referente.

Semanas atrás Rivero y su equipo se percataron de un faltante en las provisiones de alimentos, que sumado a otras irregularidades afectan gravemente al comedor. La pérdida de calidad del menú también repercutió de forma profunda en el ánimo de María, que buscaba de mil formas dignificar la comida y las condiciones de trabajo en el comedor. Recuerdan sus compañeras que María decía siempre que el trabajo que ellas realizaban se hace desde el amor, pero no deja de ser trabajo, un trabajo indispensable.

Fue un nuevo golpe para María cuando el propio Ministro de Desarrollo Social de la Provincia, Marcelo Rivera, con quien se reunió en más de una oportunidad y mantenía una comunicación frecuente, optó también por ignorar el reclamo y bloquear los llamados que ella realizaba.
María, lejos de rendirse se esforzaba el doble: estaba empecinada que la gente comiera bien, “quería que la gente coma guiso con carne”.
La impotencia de a poco invadía a María R que, como cualquier trabajadora de los comedores y merenderos populares, sabía muy bien que para muchas de las familias de comensales esa comida a veces era la única del día. Ella quería, especialmente por los niños, que esa comida fuera de calidad. Así lo afirmaron las trabajadoras del comedor, que sólo tardaron un día en retomar las actividades, en un claro signo de apoyo a la causa que llevó a la referente a tomar tan extrema medida.

Un día como cualquier otro, María abrió el comedor y recibió a todas sus compañeras. Les comentó que pese al cansancio intentaría de nuevo encontrar una solución en el ministerio. Y con cierta dificultad para movilizarse, ya que sufre una discapacidad motriz fruto de un accidente, salió con la hija de una de sus compañera una vez más al Centro administrativo donde funcionan las oficinas ministeriales de Desarrollo social.

El Ministro no estaba, pero ella intuía que no la quería atender, intuía que en realidad nadie quería atender su reclamo, pero se negaba a aceptar que figuren alimentos destinados a su comedor que nunca llegaban, a verse obligada a agradecer en las redes a un funcionario público por hacer más o menos bien su trabajo, y sobre todo se negaba a decirle a la gente de su barrio que por pobres deberían conformarse con la comida que “les regalaban”.

Una vida difícil, cuentan quienes la conocen, enseñó a María a luchar en las condiciones más desiguales.

Enfurecida por el destrato y la indiferencia y desesperada por la situación del comedor del barrio, en los pasillos del Ministerio de desarrollo Social, ante la mirada estupefacta de trabajadores y funcionarios de segunda, María R se prendió fuego causando serios daños internos y externos a su cuerpo.

No vamos a detenernos en la falta de capacitación del personal en cuanto a la contención de personas desbordadas o en crisis. Ni en la falta de empatía de aquellos agentes políticos que de manera automática salieron a defender a los funcionarios involucrados, acusando e irracionalizando a la víctima de la tragedia.

Según relata la joven que acompañaba a María, nadie hizo nada y María pasó un buen rato quemada, tendida en el pasillo hasta que llegara el SAME.

Mientras María Rivero en terapia intensiva batalla por su vida, sus compañeras desde el comedor Gauchito Gil aseguran que de haber empleado las vías formales para el reclamo, en este preciso momento más de un funcionario debería estar dando explicaciones.

No eran más “bolsones” lo que demandaba, tal como se difundió desde los pasquines locales adictos al poder, su reclamo era más dignidad para su gente, DIGNIDAD que María simbolizaba en un poco de guiso con carne en el comedor de su barrio.

Equipo de comunicación Somos Barrios de Pie

Contáctese con la Producción de Catamarca Play 383 4 351218

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